Juegos Olímpicos de Invierno 2030

Nada es sostenible si no conjuga por igual medio ambiente, sociedad y economía.

Venimos asistiendo a un intenso debate por quién, en este caso qué ciudad o qué ciudades, debe ser el titular para presentar una candidatura olímpica de los Pirineos para ser sede de los Juegos de Invierno de 2030. Tenemos las convicción de que estos no deben celebrarse en nuestras montañas.

Un evento de este tipo levanta expectativas e ilusión entre una gran parte de la población y un protagonismo mediático en el mundo político, sobre todo entre quienes detentan alguna  responsabilidad pública en el momento de su celebración. Sin embargo, nuestra posición se apoya en aspectos contrastado que consideramos determinantes decantando nuestra oposición.

Durante las últimas décadas, el sector de la nieve ha supuesto un impulso para el desarrollo de los Pirineos Aragoneses, esto es indudable. De cara al futuro, motivado por el ya presente cambio climático y lo que esto está significando en el ecosistema, nuestras montañas requieren un proyecto sostenible y equilibrado. Por otro lado, está demostrado que las infraestructuras necesarias para albergar unos Juegos Olímpicos, en contra de lo que desde algunos ámbitos se suele afirmar, no tienen repercusiones positivas para el territorio y algo que es más fundamental, nuestra tierra tiene prioridades más importantes donde invertir dinero público (sanidad, educación, tecnología, investigación…), las cuales serán en definitiva las que aportarán en el futuro próximo una mejora sustancial en la calidad de vida de todos nosotros.

Así pues, dejando de lado el impacto mediático que siempre tiene toda información relativa a unos Juegos Olímpicos, echamos en falta la capacidad de proyectarse más allá del 2030 y la visión a largo plazo de ofrecer un proyecto que equilibre medio ambiente, sociedad y economía.

 

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