Venimos observando a lo largo de los últimos meses, en las portadas de los distintos medios de prensa escrita, radio, televisión, etc. motivado por la excepcional situación sanitaria que vivimos, del alto endeudamiento que está adquiriendo el Estado y las medidas que a futuro se tendrán que implementar para corregir esta negativa desviación. Debemos apuntar, como no podría ser de otra forma, que el origen de este endeudamiento tiene como finalidad la de conseguir mantener la cohesión social y paliar los negativos efectos de la paralización de la actividad económica del sector privado, siempre tan necesitado de ayudas públicas en cuanto se enfrenta con serios problemas de caja.
No vamos a entrar a disertar sobre los pros y contras de una medida u otra que pudiera aplicarse. Este no es el espacio apropiado y lo dejamos al “grupo de expertos” que maneja nuestra economía que seguramente ya estarán cocinando toda una serie de medidas que nos darán a conocer en el momento oportuno de su aplicación. De lo que si queremos hablar, de hecho es lo que nos ha llevado a escribir estás líneas, es del beneficio que representa el ahorro para la economía de nuestras familias. Sabemos que esto va en contra del “conformismo consumista” que nos rodea y de las facilidades que nos ponen delante toda suerte de entidades financieras para alcanzar la “pieza deseada” a base de créditos al consumo.
Vayamos por partes. Entendemos el ahorro como un término económico que hace referencia a la diferencia entre el ingreso disponible y el consumo efectuado por una persona, organismo o empresa. También lo podemos definir como el porcentaje de los ingresos que la persona no gasta y así lo reserva como un fondo de seguridad para un desembolso que deberá efectuar posteriormente. Por todo ello el ahorro a nivel familiar, es considerado un elemento muy importante para mantener una economía estable y saneada.
Por otro lado, definimos consumo como la acción de utilizar o gastar un bien para la adquisición de un producto atendiendo a nuestras necesidades primarias o secundarias. Este es necesario porque sin el se paralizaría la actividad económica de un país, generando efectos muy negativos como la destrucción de empleo, el cierre de empresas, etc, Este consumo puede venir de la renta disponible o en su defecto de la financiación. Aquí hay que prestar mucha atención, porque el “compre hoy y pague mañana”, pueda suponernos a corto y medio plazo un gasto oculto y traernos un quebradero de cabeza a futuro. Todo lo anterior, nos lleva a afirmar que es necesario mantener un equilibrio entre ahorro y consumo en nuestras economías familiares.
Entonces, ¿Todos podemos consumir o ahorrar de la misma forma? No. Según apuntan diversos estudios económicos, la renta es el principal determinante de nuestro consumo y ahorro. Los ricos y personas de altos ingresos, ahorran más que las personas de ingresos medios, tanto en términos absolutos como en términos porcentuales. Las personas de bajos ingresos y los pobres no pueden ahorrar nada, o si tienen algún pequeño patrimonio pueden pedir un préstamo y por lo tanto tienden a desahorrar. Es decir tienden a gastar más de lo que ingresan, reduciendo así el ahorro acumulado si lo hubiera o endeudándose.
Llegado a este punto, entra en escena un tercer término muy importante para nuestra economía familiar, la deuda. Según la Rae (Real Academia de la Lengua Española), la deuda es la obligación que alguien tiene de pagar, satisfacer o reintegrar a otra persona algo, comúnmente dinero.
Con datos de Eurostat (Oficina Estadística de la Unión Europea) del ejercicio 2018, el último con cifras consolidadas pero sin variaciones significativas de años anteriores, las familias de la Unión Europea dedicaron el 10,4% de su renta disponible al ahorro mientras que en el caso de España este porcentaje disminuye casi el 50 % quedándose en el 5,9 % colocándose en el 4º país con la menor tasa de ahorro.
Durante el ejercicio 2019 las familias españolas gastaron más que lo que ingresaron. Es decir consumimos adquiriendo deuda, gastando por encima de nuestras posibilidades. Todo ello alentado por la proliferación del los créditos al consumo. El nombrado anteriormente como “compre hoy y pague mañana”. Todo es susceptible de comprar a plazos, un móvil, una televisión, las vacaciones anuales, etc. Nos advirtió Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España de que los hogares vuelven a endeudarse demasiado. Y viniendo de donde viene la apreciación…
La llegada de 2020 y la crisis provocada por el Covid-19 ha puesto de manifiesto la importancia que tiene el ahorro. Millones de familias en el país al carecer de recursos en los que apoyarse, han vuelto a sufrir una situación de dependencia y vulnerabilidad como ya sucedió durante la crisis de la década pasada. El propio Banco de España nos advierte del crecimiento de impagos en las familias a raíz del empeoramiento de la economía por la Covid -19. Y viniendo de donde viene el comentario…
Queremos apuntar que ese consumo con pago a futuro por el que en ocasiones nos dejamos llevar y que no viene a cubrir necesidades primarias, es motivado por un impulso adquirido por su repetición o dirigido e influenciado por los departamentos de marketing y publicidad de grandes corporaciones. Finalmente el ciudadano corriente acaba con muchas pequeñas deudas y lo que podría haber sido nuestro pequeño ahorro, en pocas manos. Ni que decir tiene que el ahorro está totalmente desincentivado, no está de “moda”, no interesa y podemos suponer a quien beneficia esto.
Para finalizar, comentar y no descubrimos nada nuevo, si las personas adquiriéramos el hábito de ahorrar nos traería tranquilizadoras ventajas. Sabemos que con el nivel de renta medio de una familia española no es tarea fácil pero tener ese colchón de seguridad que proporciona el ahorro debería ser una meta deseada y cuanto menos alentada como política prioritaria, ya no económica si no social, desde las instancias pertinentes ¿Por qué no una asignatura de economía básica en nuestros colegios como ya existe en varios países europeos? No es ningún secreto y en esta ocasión tampoco descubrimos nada, que el ahorro también mueve la economía pero desde una posición más sostenible y a largo plazo. Quizás necesitamos eso e ir al largo plazo en muchos proyectos pero también con el ahorro y un consumo más sostenible y responsable, dejando de lado las políticas cortoplacistas y urgencias que año tras año y década tras década han motivado en materia económica a nuestra clase política.
Nos dicen que el consumo mueve la economía, es cierto pero también sabemos los efectos que está teniendo la vorágine consumista en nuestro entorno. Como comentábamos, el ahorro también es capaz de mover la economía y a través de este podría llegar una verdadera revolución social, económica y ecológica.
Y ahora sí, finalizamos con una sencilla pregunta ¿Realmente necesitamos todo lo que consumimos?