Resistir y soñar

Sueño con dar nacimiento a un niño que pregunta; ¿Qué era la guerra?                                                                                                                                                                                Eve Merriam

Vivimos tiempos convulsos, ustedes lo saben, pueden imaginar el porqué de la afirmación. Pueden recordar también sin temor a equivocarse que en nuestro “idolatrado” mundo occidental, salvo cortos paréntesis y no hay más que repasar los libros de historia, siempre lo son puesto que surgen continuamente hechos que testarudamente lo confirman. Por otro lado y desgraciadamente, en muchas otras partes fuera de este “idolatrado” mundo al que hacemos referencia, ni siquiera han podido ni pueden disfrutar de estos cortos paréntesis que bien pudiéramos llamarlos espejismos.

A pesar de estas afirmaciones debemos ser resistentes, ya que no son lo suficientemente determinantes para que no nos dejen pensar en que las naciones y los pueblos que componen lo que llamamos civilización, puedan buscar la forma, la herramienta o el camino a través del cual podamos abandonar la endémica situación.

Comentar que hoy, aún somos rehenes del reparto que urdieron en la Conferencia de Yalta de 1945, las potencias que aspiraban a dominar el mundo, los Estados Unidos de América, la Unión Soviética y el Reino Unido como invitado de piedra. Nada ha cambiado. No nos engañemos, pueden haber variado los nombres, las diferencias ideológicas o el ascenso a superpotencia de un determinado país u otro, pero la motivación sigue siendo la misma: el control de los recursos del planeta, la imposición de criterio y la forma de entender el mundo al resto de las naciones. Todos los actores implicados son culpables, no debemos dejarnos arrastrar en la defensa de ninguno de ellos. Todos ellos desprenden hedor a pólvora quemada, son responsables de la sangre derramada, de los cuerpos mutilados y las orfandades y viudedades no buscadas.

En el análisis del ejercicio del poder no debemos creer en el buenismo de nadie, ni por supuesto ver a ninguno de los protagonistas mejor o peor que otro. Todos tienen sus intereses y estos nos han llevado hasta el final de uno de esos paréntesis, o como se nombraba más arriba, del espejismo. Da igual la motivación, la visión imperialista de unos, la añoranza por recuperar la influencia perdida de otros o el salvaje capitalismo de estado practicado por la única potencia llamada así misma comunista.

Todos estos actores mueven ficha y a los demás, ¿qué nos queda? Resistir o quizás soñar con la herramienta que implemente un status quo mundial en el que la mayoría de pueblos y naciones, puedan sembrar de prosperidad la vida de las personas que los integran. Por supuesto no creemos caer en la candidez, puesto que intentos se han producido. La Organización de Naciones Unidas (ONU) nació para mantener la paz, la seguridad internacional y fomentar entre otras cosas la amistad entre las naciones. Hoy está lejos de esos objetivos puesto que el derecho a veto que ejercen parte de los llamados países grandes, deja sin valor el intento de unos u otros de la aprobación de distintas acciones y resoluciones. Camino hay por delante, no debemos perder la esperanza. Queremos nombrar también al Movimiento de Países No Alineados (MPNA) nacido durante el periodo llamado Guerra Fría, alrededor del que se agruparon países en desarrollo que querían mantener una posición neutral con respecto a ese enfrentamiento de bloques. El MPNA afirma hoy, que está comprometido con los principios de no uso de la fuerza y de respeto a la soberanía, la integridad territorial, la independencia política y la seguridad de todos los Estados miembros de las Naciones Unidas.

Quizás el camino esté abierto y los sucesos que sacuden la actualidad mundial, como una tupida niebla, no nos dejen ver el comienzo de algo mejor o quizás solo nos queda eso, resistir y soñar.

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