Aragón ha sufrido durante la segunda mitad del siglo XX hasta la actualidad un despoblamiento de su territorio originado por el crecimiento y acumulación de la actividad económica, potenciada hoy más que nunca por nuestras administraciones, alrededor de la capital Zaragoza y de las regiones limítrofes con salida al mar (Catalunya y País Valencià) o con sistemas forales más favorables (Euskal Herria en sus cuatro territorios históricos). Esto no solo ha producido una disminución de la población en nuestro entorno rural y dispersión, también su envejecimiento que, inevitablemente, ha repercutido en el encarecimiento de servicios y su carencia.
Consideramos cuatro acciones necesarias para revertir esta tendencia acumulada e ir hacia una vertebración efectiva del territorio, encaminadas a la economía, al cooperativismo, la tecnológica y las infraestructuras.
- Hacienda Foral Aragonesa
La creación de la Hacienda Foral Aragonesa debe ser una reivindicación irrenunciable. Con esta institución, los aragoneses seremos los responsables directos de la recaudación impositiva y de la gestión de los recursos que genere. Quien es dueño de sus recursos económicos es menos dependiente de decisiones externas y por ello más libre. No somos más que nadie, pero tampoco menos que otros territorios con tradición foral. Apuntar, es de perogrullo, que desde los partidos mayoritarios dirigidos desde el centralismo madrileño nunca se harán eco de esta reivindicación. Por lo tanto, esta debe venir de la mano de todas y cada una de las formaciones aragonesistas, políticas, sindicales, culturales, etc.
- Cooperativismo
Empresa pública, empresa privada, por supuesto. En los territorios donde el sector primario todavía tiene gran peso económico, apostamos por la creación de una red basada en el sistema cooperativo. Las cooperativas a las que nos referimos, no solo deben funcionar para mejorar la comercialización de los productos agrarios de su zona de influencia sino deben participar en la creación de industrias de transformación agro-alimentarias que generen puestos de trabajo tanto fijos como los necesarios en una campaña determinada. Con esta red cooperativa lograremos que las personas sean las dinamizadoras económicas de sus respectivos territorios y a la vez puedan atraer capital humano.
Cooperativas en el sector primario, cierto, pero también se puede extender esta experiencia tanto al sector turístico como al de de las energías renovables, las llamadas energías verdes. Existen a lo largo de otros territorios históricos del Estado experiencias en estos sectores que van en muy buena dirección.
Cuando hablamos de cooperativas, lo hacemos como unidades no solo de autogestión económica, sino como entidades orientadas al bien común e interés general, gestionadas de forma profesional, eficientemente gerenciadas y con una apuesta por la inversión dirigida a la I+D. El tejido cooperativo debe contar con el apoyo de la ¿Administración pública aragonesa? Esperamos que algún día despierte puesto que no solo la inversión debe venir del exterior, sino se debe promover y alentar desde dentro de nuestro territorio.
- Digitalización
La extensión de la banda ancha en todo el territorio rural debe ser otra de las piedras angulares de las reivindicaciones para nuestro territorio. Y es que nuestro medio rural, nadie lo puede dudar, se encuentra conectado de forma deficiente. Cada pueblo, por pequeño que sea, debe tener acceso a una conexión que le otorgue la misma ventaja competitiva que la que poseen los grandes centros urbanos. Debemos hacer de esto un derecho, porque ya nadie duda de los beneficios que reportaría esta mejora tecnológica, acercando nuestros pueblos a lo que se ha venido a llamar la “Aldea Global”, abriendo un mundo de posibilidades.
La mayoría de nuestros pueblos son núcleos urbanos con poca población, pero esto no es obstáculo para que innumerables proyectos digitales, no se desarrollen desde ellos. Por lo tanto, les debemos dar las herramientas para que esto sea posible.
- Infraestructuras
Dos puntos a señalar: Por un lado la creación de un gestor ferroviario aragonés. Esto nos daría autonomía en la construcción y administración de nuestras infraestructuras ferroviarias y la total independencia a la que estamos sometidos.
Por otro lado, la siempre manida y nombrada reivindicación, ya histórica, de la recuperación del tráfico ferroviario por Canfranc. En cuanto este tráfico sea una realidad, redundará en beneficio de todo el territorio, no solo del más cercano, y el transporte de personas y mercancías, sino que unirá a personas de ambos lados del Pirineo con el consiguiente beneficio por la posibilidad de aunar sinergias necesarias para la elaboración de proyectos conjuntos.
Se hace camino al andar.