Conforme la temporada estival, otra vez marcada por los efectos de la pandemia de la Covid-19, vaya acercándose a su ocaso o incluso ya en estos momentos en los que por una razón u otra, vayan ustedes a saber, una de las estaciones de esquí de las que jalonan nuestras montañas ya ha anunciado que permanecerá cerrada durante la próxima campaña invernal, asistiremos a la continua y constante aparición de noticias en los diferentes medios de comunicación que existen en nuestra tierra de todo lo relacionado con nuestras montañas, la nieve, su sector turístico y las expectativas que se tienen depositadas para el próximo invierno. Ustedes nos dirán, ¿hay algo qué objetar?, ¿quién puede tener algo en contra de todo ello?, ¿algo qué rascar? Pues verán, no vamos a ser tan necios como para hablar de lo que este sector significa para las personas y economía de nuestras montañas, hay voces más cualificadas. De la misma forma, no vamos a hablar del impacto negativo que ha tenido, porque no lo ocultemos, en no pocos aspectos ha tenido su lado negativo, tampoco descubrimos nada. Podríamos resumir esta última apreciación usando ese axioma tan conocido que dice, “no solo de pan vive el hombre”.
Vaya lío, que historia. Carlistas tenían que ser. Que si Partido Carlista de Aragón, que si Toz Chuñidos, que si… ¿Pero aún quedan carlistas?, ¡serán tercos!, ¡ahora nos vienen a hablar de montañas y nieve!, ¿a que se meten?
Bueno, en serio, toda la disertación anterior ha venido dada por nuestra preocupación por el futuro a medio y largo plazo de nuestras montañas. La falta de proyectos en el medio y largo plazo para ellas. Hablamos de todas en general pero en este caso ponemos el acento en las que tienen en el mundo de la nieve su principal motor económico. Nos vamos a explicar.
Según nos indicó el programa europeo de observación terrestre Copernicus, 2020 fue el año más cálido en Europa desde que hay registros igualando el récord de 2016 que fue el más cálido a nivel mundial. También nos indicó que los últimos 6 años han sido los más calurosos también desde que se iniciaron los registros.
Motivado por el calentamiento climático del que nos habla el programa europeo de observación terrestre Copernicus, se da la circunstancia que en la latitud en la que vivimos llueve menos y padecemos una sequía pertinaz. Si no llueve, si no hay humedad, no nieva. No hay más, es simple. A nadie se le escapa que no son necesarias temperaturas extremadamente bajas para que aparezca la nieve, pero por el contrario sin humedad… Hay menos días de imnivación, posiblemente se den episodios más radicales y bruscos, pero nieva menos. En los Alpes, lugar de referencia del sector se ha reducido la campaña de esquí casi un mes. Nieva menos, la realidad es tozuda.
En este punto llegamos a Castanesa. No, no somos insensibles a la necesidad y el deseo de los habitantes del valle de lograr una actividad económica que lo dinamice. Un proyecto que les de perspectivas de futuro. Un proyecto que les diga, quedaros porque vuestro discurrir vital va a tener dónde agarrapizar-se. Creemos no equivocarnos cuando decimos que la nieve no es el futuro para Castanesa ni para nuestras montañas. Es ahí donde echamos de menos liderazgo y visión a largo plazo de quienes en este momento tienen el timón del país. ¿Será posible que no sean capaces de crear proyectos que se anticipen a lo que está por llegar? Y señores, ya no es un secreto, el clima está cambiando, ¿cómo siempre? no, ahora cambia mucho más rápidamente.
A quiénes en estos momentos tienen la obligación política y administrativa de dirigir el rumbo, le decimos que queremos un proyecto de futuro para nuestras montañas.